viernes, 17 de julio de 2015

lo que sea



No se qué me ocurre: me encuentro cómodo y tranquilo y al mismo tiempo y por los mismas causas inquieto y disconforme.

Es verano. El mismo verano de la infancia y en realidad el mismo verano de siempre. Aburrimiento.



Desde ese aburrimiento contemplaba la imagen que se formaba ante mí como una certeza: mi vida es esta. La Vida es así ... y está bien.



También ahora paso los días calurosos en la penumbra con las persianas bajadas. Soledad y  silencio. Indolencia y quietud. Vacaciones significa esto. Todo el mundo se ha ido ( o ha muert0)



 

No tengo obligaciones para con nadie. He desconectado los teléfonos. Por si acaso. Para conmigo mismo tampoco tengo obligaciones. Urgentes no. Inmediatas no. Importantes sí; pero pueden esperar.



El Tiempo es eso que uno tiene que llenar de acontecimientos para dar sentido a su vida.



¿Esto es un axioma o es una construcción social? ¿Es una costumbre que se ha convertido en una forma de ser?



Los acontecimientos pueden ser de lo más variados; desde matar moscas con el rabo hasta salvar el mundo.



Pensar, desvariar, escribir esto, también son “acontecimientos”



La vida parece algo inerte si uno no emplea su tiempo en algo.



Sin embargo, ni los niños ni los ancianos necesitan esto. ( Ni los animales, por supuesto: Las acciones en los animales no son acontecimientos pues no hay voluntad en ellas)




Quizás crecer sea entrar en el mundo de los acontecimientos. Envejecer es abandonarlos. Ambas situaciones de tránsito son ... raras.




Se me ocurre una imagen como metáfora: la de pasar de un mundo a otro atravesando una pared de fino plástico transparente que se te queda adherido como un molde perfecto.



A partir de ahí ya vas vestido y preparado para el mundo de los acontecimientos. Pero el de verdad permanece dentro de ese pellejo.



Ese pellejo que todos ven y confunden contigo-  hasta tú mismo confundes- no es más que el traje espacial con el que te mueves por la nueva atmósfera en la que siempre es necesario estar haciendo algo.



Luego, cuando nos hacemos viejos  - que es donde yo me encuentro ahora-  ese pellejo se va desprendiendo y aunque a veces los colgajos te hacen sentir incómodo, sobre todo cuando te miran... poco a poco te habrás de sentir más ligero a medida que te ensimismas en el abismo de donde procedemos: la nada, Dios. Lo que sea.








las imágenes de este post están garabateadas durante   un viaje en autobús  por autopista de León a Madrid.